Petro: «La humanidad no puede permitir un día más de genocidio»

Nueva York/EE. UU. – 26 de septiembre de 2025 – MUNDO – Protestas dentro y fuera de la ONU. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se dirigió a la Asamblea y afirmó que «el trabajo aún no ha terminado». Afirmó que continuará bombardeando Gaza hasta que Hamás sea completamente destruido y también sugirió nuevas ofensivas en Oriente Medio. Foto: RS/Public Photos

En un contexto de crisis y conflictos globales sin precedentes, concluye hoy lunes 29 de septiembre el debate de la Asamblea General de la ONU en el año de su 80.º aniversario.

La semana pasada el presidente de Colombia Gustavo Petro en su intervención convocó a las naciones del mundo y a sus pueblos a unir ejércitos y armas para liberar a Palestina.

Este pronunciamiento de Petro suscitó reacciones opuestas, mientras unos expresaron su rechazo por razones diversas otros expresaron su respaldo a la iniciativa.

Por nuestra parte, razonamos en este artículo el porqué de nuestro apoyo a la propuesta de Petro. A tal efecto incluimos un extracto de su discurso, poniéndolo en relación con los postulados del Nuevo Humanismo en referencia a situaciones de genocidio.

«La humanidad no puede permitir un día más de genocidio», expresó Petro. A su vez, agregó que «las Naciones Unidas deben hacer respetar los tribunales internacionales de justicia, el derecho internacional que es la base de la civilización y de la sabiduría de la humanidad condenada a la historia, y debe hacer cumplir las sentencias de su justicia».

Convocó a tomar medidas de facto para detener el genocidio en el enclave de Gaza: «La diplomacia ya acabó su papel en el caso de Gaza», dijo, y pidió convocar a las fuerzas armadas de varios países en una misión humanitaria: «El genocidio debe parar con lo que sigue a la diplomacia». Convocó a conformar una fuerza armada para defender al pueblo palestino, «No son cascos azules, es un ejército poderoso de los países que no aceptan el genocidio. Por eso invito a las naciones del mundo y a sus pueblos, sobre todo, como parte de la humanidad, a unir ejércitos y armas. Hay que liberar a Palestina».

El presidente insistió: «Ya sobran las palabras. Es la hora de la espada de la «libertad o muerte» de Bolívar porque no solo van a bombardear a Gaza y el Caribe, sino a la humanidad que clama la libertad porque desde Washington y la OTAN matan la democracia y hacen renacer la tiranía y el totalitarismo a nivel global».

«Trump no solo deja que caigan misiles contra los jóvenes en el Caribe, no solo encarcela y encadena migrantes, sino que permite que lancen misiles contra niños, mujeres, jóvenes y viejos en Gaza. Se hace cómplice del genocidio y hay que gritarlo una y otra vez», dijo el presidente colombiano.

Inmediatamente, el Departamento de Estado de Estados Unidos informó en redes sociales la retirada de la visa del presidente colombiano, quien al día siguiente de su discurso, se unió a una manifestación en contra del asedio israelí en la Franja de Gaza.

Petro, desde una calle de Nueva York, instó a los soldados estadounidenses a “desobedecer a Trump”. Estuvo acompañado del exintegrante de la banda británica de rock Pink Floyd, Roger Waters y otros activistas.

Petro lanzó a viva voz su propuesta de formar un ejército con miembros provenientes de todo el mundo para liberar a Palestina.

«La sede de Naciones Unidas no puede continuar en Nueva York», escribió Gustavo Petro en su cuenta de X.

“Los presidentes que asisten a la Asamblea General de la ONU, cuentan con total inmunidad” y subrayó que, al revocar su visado, el Gobierno estadounidense «rompe todas las normas de inmunidad en que se basa el funcionamiento de la ONU y su Asamblea General».

Este punto, que no formaba parte de su discurso desde el púlpito de la ONU, merece también ser destacado, ya que se corresponde con el debate en el seno de los BRICS al respecto de reinventar el organismo.

Sobre este asunto nos referimos a los datos que expone Augusto Zamora en su libro sobre la ONU que lleva por título «Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas». Publicado en 2024 por la editorial Akal, esta obra analiza el papel de la ONU en el actual sistema internacional, donde propone su urgente descolonización para que funcione como un verdadero foro global en igualdad de condiciones para todos los países. [1]

➡️La ONU fue fundada en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial por 51 países que se comprometieron a mantener la paz y la seguridad internacional.

➡️El estado de Nueva York percibe 14 mil millones de dólares por ser la sede, mientras que su aportación a la organización es de 12 mil millones, obteniendo anualmente dos mil millones de dólares por ser la sede de algo que degrada y no respeta sus fundamentos originales.

➡️Todo el sistema es sufre el mismo mal, lo mismo pasa por ser la sede del Banco Mundial o del FMI. Lo subyacente es un sistema de corrupción generalizado que lo tiñe todo. Así, los representantes de la ONU se han convertido en agentes de las potencias que los acogen, obteniendo a cambio privilegios, dinero y prebendas para ellos y sus allegados.

➡️El presupuesto medio de la ONU es de 65 mil millones de dólares que se quedan los países ricos. Si las sedes se distribuyeran por países de todo el mundo supondría un desarrollo jamás visto.

➡️La ONU está muerta mientras no se descolonice y sus sedes salgan de las potencias occidentales.

Esta organización fue fundada por los integrantes de la coalición antifascista conformada por la Unión Soviética y los países aliados, inmediatamente después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo fue prevenir futuras guerras y masacres.  La alta burocracia internacional resulta ser extremadamente ineficiente para salvar vidas o resguardar la soberanía de los países. Hasta ahora solo cumple el papel de tribuna internacional con cierta representatividad, siempre y cuando el anfitrión de las oficinas de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, o sea EE.UU., no niegue las visas estadounidenses a los representantes y diplomáticos de gobiernos que no son de su agrado, escribe Oleg Yasinski para RT. [2]

Foto: Ley Felipe/ONU

El espectáculo dantesco del 80.º aniversario de la ONU alcanzó su punto álgido con la intervención de Netanyahu, quien subió a la tribuna portando un mapa en el que rayó compulsivamente todo cuanto desea eliminar o ya ha eliminado de los países vecinos a Israel. Ajeno a toda legalidad internacional, presumió de terrorismo y genocidio contra los palestinos. Mientras, camiones militares equipados con altavoces invadían el país vecino retransmitiendo sus coléricas palabras a los Gazaties, en lo que se ha calificado como una guerra psicológica, ya que su discurso solo habla de más amenazas de muerte y destrucción.

Otro momento patético y terrible fue la foto del secretario general, António Guterres, recibiendo estrechando la mano del terrorista Mohammad al-Golani, famoso por jugar al futbol can las cabezas de sus víctimas en sus tiempos recientes de Al queda —y actuales— al mando del paraestado de Siria. Durante más de una década el expresidente electo Bashar al Assad, quien era respaldado por amplias mayorías en Siria, fue asediado por occidente hasta lograr su derrocamiento por vía violenta y golpista.

Este espectáculo bochornoso ha sido la viva imagen de la decadencia que hoy sufre occidente.

En las antípodas de todo ello apareció Gustavo Petro con porte valiente para recordar a la humanidad la necesidad de actuar en los momentos cruciales de la historia.   

No obstante, sus declaraciones causaron un cierto revuelo entre la opinión pública. Algunos lo calificaron de poco sincero ya que en territorio de Colombia opera personal estadounidense o se implementan programas conjuntos, conocidos como “cuasibases” o instalaciones de cooperación.

Al respecto de a considerar la afinidad de Petro con los postulados del Nuevo Humanismo transcribimos el siguiente texto incluido en el libro Cartas a mis amigos, uno de los libros considerado oficial por su autor Silo.

La responsabilidad militar frente al poder político

Ha de destacarse que los cuerpos militares deben estar formados por ciudadanos responsables de sus obligaciones con respecto a la legalidad del poder establecido. Si el poder establecido funciona sobre la base de una democracia en la que se respeta la voluntad mayoritaria por elección y renovación de los representantes populares, se respeta a las minorías en los términos consagrados por las leyes y se respeta la separación e independencia de poderes, entonces no es la fuerza armada quien tiene que deliberar acerca de los aciertos o errores de ese gobierno. Del mismo modo que en la implantación de un régimen ilegal, no puede la fuerza armada sostenerlo mecánicamente invocando una “obediencia debida” a ese régimen. Aun llegando al conflicto internacional, tampoco puede la fuerza armada practicar el genocidio siguiendo instrucciones de un poder afiebrado por la anormalidad de la situación. Porque si los derechos humanos no están por encima de cualquier otro derecho, no se entiende para qué existe organización social, ni Estado. Y nadie puede invocar “obediencia debida” cuando se trata del asesinato, la tortura y la degradación del ser humano. Si algo enseñaron los tribunales levantados luego de la Segunda Guerra Mundial fue que el hombre de armas tiene responsabilidades como ser humano, aún en la situación-límite del conflicto bélico.

A este punto podrá preguntarse: ¿no es el ejército una institución cuya preparación, disciplina y equipamiento lo convierte en factor primario de destrucción? Respondemos que así están montadas las cosas desde mucho tiempo antes de la situación actual y que, independientemente de la aversión que sentimos por toda forma de violencia, no podemos plantear la desaparición o el desarme unilateral de ejércitos creando vacíos que serían llenados por otras fuerzas agresivas, como hemos mencionado anteriormente al referirnos a los ataques realizados a países indefensos. Son las mismas fuerzas armadas las que tienen una importante misión que cumplir al no obstruir la filosofía y la práctica del desarme proporcional y progresivo, inspirando además a los camaradas de otros países en esa dirección y dejando en claro que la función castrense en el mundo de hoy es la de evitar catástrofes y servidumbres dictadas por gobiernos ilegales que no responden al mandato popular. Entonces, el mayor servicio que las fuerzas armadas podrá aportar a sus países y a toda la humanidad será el de evitar que existan las guerras. Este planteamiento que pudiera parecer utópico está respaldado actualmente por la fuerza de los hechos que demuestran la poca practicidad y la peligrosidad para todos cuando aumenta el poder bélico global o unilateral.

Quisiera volver sobre el tema de la responsabilidad militar por medio de una ejemplificación inversa. Durante la época de la Guerra Fría se repetía en Occidente un doble mensaje: por una parte, la NATO y otros bloques se establecían para sostener un estilo de vida amenazado por el comunismo soviético y, ocasionalmente, chino. Por otra, se emprendían acciones militares en áreas distantes para proteger los “intereses” de las potencias. En América Latina, el golpe de Estado dado por los ejércitos de la zona, tenía preferencias por la amenaza de la subversión interior. Las fuerzas armadas allí, dejaban de responder al poder político y se alzaban contra todo derecho y contra toda Constitución. Prácticamente, un continente se encontraba militarizado respondiendo a la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”. La secuela de muerte y atraso que dejaron tras de sí aquellas dictaduras fue singularmente justificada a lo largo de la cadena de mandos con la idea de la “obediencia debida”. Mediante ella se explicó que en la disciplina castrense se siguen las órdenes de la jefatura inmediata. Este planteamiento, que hace recordar las justificaciones de los genocidas del nazismo, es un punto que debe ser considerado a la hora de discutir los límites de la disciplina castrense. Nuestro punto de vista respecto a este particular, como ya hemos comentado, es que si el ejército rompe la dependencia del poder político se constituye en una fuerza irregular, en una banda armada fuera de la ley. Este asunto es claro, pero admite una excepción: el alzamiento militar contra un poder político establecido ilegalmente o que se ha puesto en situación facciosa. Las Fuerzas Armadas no pueden invocar “obediencia debida” a un poder ilegal porque se convierten en sostenedoras de esa irregularidad, así como en otras circunstancias tampoco pueden producir el golpe militar escapando a la función de cumplir con el mandato popular. Esto en lo que hace al orden interno y, en relación al hecho bélico internacional, no pueden atentar contra la población civil del país enemigo. [3]                                                 

Consideraciones en torno a los ejércitos y la revolución

Solamente los tiempos ya cercanos habrán de poner en evidencia la correcta percepción de los hechos que para algunos, siguiendo la tradición de los últimos años, resultarán “increíbles”. Con aquella visión, ¿qué se dirá cuando esto ocurra? Probablemente que la humanidad ha vuelto al pasado o, más vulgarmente, que “el mundo se ha desquiciado”. Nosotros creemos que fenómenos como el irracionalismo creciente, el surgimiento de una fuerte religiosidad y otros tantos más, no están puestos en el pasado sino que corresponden a una nueva etapa que habrá que afrontar con toda la valentía intelectual y con todo el compromiso humano de que seamos capaces. En nada ayudará seguir sosteniendo que el mejor desarrollo de la sociedad se corresponde con el mundo actual. Más importante será comprender que la situación que estamos viviendo lleva directamente al colapso de todo un sistema que algunos consideran defectuoso pero “perfectible”. No hay tal sistema actual “perfectible”. Por lo contrario, en él llega a la cima la inhumanidad de todos los factores que se han ido amasando a lo largo de muchos años. Si alguien juzga a estas afirmaciones como carentes de fundamento, está en todo su derecho a condición de presentar por su parte una posición coherente. Y si piensa que nuestra postura es pesimista, afirmamos que frente a este proceso mecánico negativo prevalecerá la dirección hacia la humanización del mundo empujada por la revolución que terminarán produciendo los grandes conjuntos humanos, hoy por hoy despojados de su propio destino. [3]  

A partir de estas consideraciones, el Instituto Humanista para la Pronosticación Sistémica apoya plenamente la propuesta de Petro, para darle difusión y promoverla sin reparos.

  1. Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas. Augusto Zamora
  2. https://esrt.site/opinion/oleg-yasinsky/566663-israel-occidente-escuela-maxima-hipocresia
  3. Cartas a mis amigos. Silo.

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