La Big History  y la nueva cultura científica posibilista

Podemos encontrarnos con diferentes formas de entender la expresión   “cultura científica”.  Para algunos      significará quizás,       poseer  conocimientos   de las distintas  ciencias,    con el fin de desenvolvernos adecuadamente  en un mundo  que depende  cada vez más de  ellas   y de sus aplicaciones  tecnológicas.  Para otros,  hablar de cultura científica,   tenga que ver con    incluir a la  ciencia en el conjunto  de las expresiones refinadas de la obra humana,  como son el arte,  la historia o la filosofía;    suponiendo  –  tal vez  –  que el estudio de la ciencia no solo tiene sentido  por los fines mismos de la ciencia,  sino que además, bien  podría ser un elemento importante de la formación humanista,  en el sentido de que fuera   un conocimiento  que colaborara  con algo equivalente a  la   “humanitas” (Puledda, 1996:23) ,   esa operación educativa con la que  los humanistas  renacentistas pretendían   elevar la condición  humana.  

A otros,   siguiendo un  enfoque estético,  la expresión cultura científica,   los hará     preguntarse por la belleza de las teorías   o     acerca de como,  los conocimientos   científicos pueden inspirar a los poetas y hacer reflexionar a los filósofos.

Podríamos también  interesarnos en    pensar a la ciencia,   desde la visión que tiene la antropología cultural o  la sociología del conocimiento. Atendiendo a las pautas, actitudes y  representaciones  de matriz  colectiva que inconscientemente entran en juego a la hora de producir conocimiento científico.

Tomando en cuenta estas  visiones   culturales  de  la ciencia,  quisiera hablar primero  de  algo que en mi opinión ha contribuido al surgimiento de  una nueva cultura científica  que he calificado  como  posibilista y de la cual  un buen ejemplo  nos lo da la Big History o Mega Historia, una macro teoría  de gran alcance espacial y temporal.

A grandes rasgos esta teoría nos ofrece un relato evolutivo cósmico que va del Big Bang a la aparición del ser humano y su cultura.

Introducción

 La ciencia amplia la conciencia  empírica que tenemos del mundo  no solo a través del mejoramiento de las técnicas experimentales sino también de las teorías;  podemos decir que las nuevas teorías funcionan  como nuevos lentes  que nos permiten  estructurar los estímulos del mundo de una manera diferente a como lo veníamos haciendo.  Estas modificaciones  terminan transformando  actitudes y sensibilidades en el ser humano.   Por lo anterior el avance de la ciencia es también el avance de la cultura. Sin embargo la velocidad y la manera en que estos cambios se  integran a ellas  es  diferente. Mientras que en el ámbito de la ciencia pueden ocurrir  cambios  muy abruptos, en el ámbito de la cultura estos cambios son en su mayoría    graduales. Por otro lado, la manera en que la nueva percepción del mundo transforma la conciencia del ser humano y sus conductas es también diferente. Un cambio científico no genera un cambio de actitudes que se extienda a todos los ámbitos de la vida de un científico,  como si lo hace un cambio cultural.  Se trata de  un cambio de cosmovisión o un cambio en la Imagen del Mundo que se traduce en un cambio de “la forma mental”   no solo de los científicos sino también del  resto de  la sociedad,   a través de procesos tanto consientes como in consientes.

El pensamiento evolucionista es un buen ejemplo de este tipo de cambios,  la proliferación y fortalecimiento de las ideas  evolucionistas   en las   ciencias humanas y   en las ciencias biológicas    en el siglo XIX fue un gran cambio en la cultura científica y en la mentalidad de amplios sectores de la sociedad.   Un nuevo sustrato de creencias estaba empezando a operar en las mentes de los científicos y en la del  público en general de ese siglo. Pero  resultaba  muy difícil  hablar de evolución en los terrenos de la  física. Por ello Prigogine decía: “el siglo XIX nos entregó un doble legado: por una parte las leyes de Newton, que como vimos corresponden a un Universo estático, y por otra una descripción evolutiva asociada a la entropía”. Ninguna de ellas era compatible con las ideas evolucionistas en antropología cultural, sociología o biología que empezaban a cundir en el siglo XIX. Prigogine ha sabido mostrar la raíz del problema: en las descripciones matemáticas de la naturaleza,  la física clásica, la relativista e incluso la cuántica,  no se aprecia  el fluir  irreversible del tiempo. Tanto en los desarrollos de Newton, Einstein y los físicos cuánticos está implícita la representación de    la naturaleza como un autómata reversible.  Se trata de  un Universo estático desde el punto de vista temporal,   una idealización en la que no   fluye  un tiempo real.     El tiempo es un telón de fondo, una representación espacial que lo hace ver  además,   algo  extrínseco a los fenómenos (Ingold, 1986: 24). Por otro lado la versión  evolutiva asociada a la entropía,   si bien dejaba de ser una idealización desde la perspectiva temporal   (ya que reconocía una flecha del tiempo apuntando hacia el futuro),  contenía una representación espacializada del tiempo,  en la que  no se apreciaba  su papel constructivo,  pues tenía como    único escenario posible posterior al presente,     el aumento de entropía  hasta alcanzar  el equilibrio termodinámico,   lo   que significaba    la desintegración o muerte de todo sistema, sea  físico, biológico o cultural.

Una física evolucionista alejada del equilibrio

Con el advenimiento de la llamada fisca no lineal o alejada del equilibrio después de la segunda mitad del siglo XX, se propició una  re conceptualización de nociones como  ley científica,   entropía y flecha del tiempo. Los aportes de Prigogine, científico de origen ruso y premio Nobel de química,  fueron centrales en este viraje de la ciencia. Este autor afirmaba que “La formulación de las leyes  físicas debe ser modificada en todos los niveles con el fin de estar de acuerdo con el universo abierto y evolutivo en que viven los humanos” (Prigogine, 1996:117).  Experimentos ”alejados del equilibrio termodinámico”,  como el caso de los “osciladores químicos” (Prigogine, 1999:29),  llevaron a Prigogine a dejar de interpretar a  la segunda ley de la termodinámica, exclusivamente como una tendencia al desorden. Estableció  que el proceso entrópico  puede dar lugar    también a  ordenes  inesperados  en zonas del Universo   “alejadas del equilibrio termodinámico”. Estas nuevas entidades   además  tienen  un comportamiento no lineal en el sentido de que no necesariamente repiten su comportamiento pasado. 

Por lo anterior Prigogine  afirmaba  que cerca del equilibrio (termodinámico) reina el determinismo y con  él, el  pensamiento lineal.   Cerca del equilibrio además,   el sentido de  las leyes es  prohibitivo,  solo nos dicen lo que no puede  ocurrir.  Lejos del equilibrio termodinámico en cambio, las leyes se tornan posibilistas y con las adecuadas herramientas matemáticas,  se demuestra como  una ley  termina no prohibiendo la ocurrencia de algo particular que de manera general había negado.   

En otras palabras:  las leyes,  en su nueva acepción posibilista,  nos ayudan a representar el aspecto libre de la naturaleza.

Este búsqueda de un sentido  posibilista de las leyes  ya lo veníamos observando  en el ámbito de la cultura: Boas  pensaba que no siempre un mismo rasgo  cultural se debe haber desarrollado a partir de la misma causa y   ante el ideal de predicción de la ciencia,  decía que las leyes de la cultura (como la del préstamo cultural) siempre actúan, pero de manera diferente en cada ocasión (Herkovits, 1995:670).

Los  “ordenes inesperados”  que propicia el alejamiento del equilibrio termodinámico, se pueden entender como  productos laterales, o intermedios;  pero sobre todo, como  novedades que resultan de una bifurcación que  un pensamiento lineal y determinista no podría anticipar. A estas “emergencias” se les ha conceptualizado como  estructuras disipativas,    porque  alcanzan una organización  interna que logra estabilizarse por un tiempo, hasta que finalmente se disipan si no solo no reciben energía exterior, sino que además no auto regulan su consumo.    

El aporte que el concepto de estructura dispativa ha dado  al estudio evolucionista de la cultura,   se puede apreciar  si consideramos que por ejemplo Leslie White (antropólogo americano )  pese a que en una de sus obras clásicas propuso   una tabla evolutiva en la que distingue tres grandes etapas:  la de los fenómenos de la física, la de los fenómenos biológicos  y la de los culturales, nunca pudo establecer un mismo relato científico   que  transite   desde el mundo inanimado  hasta el mundo simbólico –  cultural humano.  No solo la interpretación clásica de la segunda ley de la termodinámica,  se lo impedía.  Su  idea de complejidad todavía no era clara. La consideraba una cualidad del fenómeno,    no una medida de su tamaño,  o del numero de   variables que intervenían en su definición como  hecho científico, pero nunca expresó claramente en que consistía esa cualidad.    Con los aportes  de Prigogine también hemos ganado en precisión a la hora de caracterizar  lo que entendemos por   complejidad. La pensamos    más  como     “sensibilidad a las condiciones iniciales”[1] (Prigogine, 1996:33) en función del alejamiento el equilibrio termodinámico,  que en términos de la participación de un  gran  número de variables.

Hoy,  las aplicaciones del concepto  de estructura disipativa,    se pueden apreciar en la historias evolutivas  de la Big History, desde las partículas hasta   los átomos,   galaxias y estrellas;  desde las moléculas orgánicas hasta las plantas,    los animales y la aparición del ser humano  y su cultura.  

Richard Adams es quizás el antropólogo que más se ha preocupado en llevar las ideas de Prigogine al campo de la antropología. Con ello – probablemente sin pretenderlo – construyó  una  antropología   que resulta compatible con la Big History. Siguiendo a este autor  la humanidad entera  se puede considerar una  estructura disipativa, pero con una diferencia respecto a las que  ha  creado la naturaleza:     pocas veces las sociedades humanas  del pasado han  logrado  alcanzar la estabilidad que les permita la “mínima disipación”;  mucho menos la actual, tan  dirigida  globalmente  a incrementar sus flujos de energía. Adams lo afirma de esta manera: “A diferencia de los organismos biológicos, las sociedades humanas no cuentan necesariamente con la retroalimentación negativa interna para inhibir su expansión” (Adams,  2001: 70).

Desde esta perspectiva,  el gran reto de la humanidad  sería estabilizarse  como estructura disipativa,  manteniendo constante   la absorción  de energía y materia de su entorno y no de manera acelerada como ha sido desde la revolución industrial. Lograr esto sería un  evento de dimensiones  no solo  históricas sino   cósmicas.    Permítaseme subrayar esto para dejar aquí constancia de cómo la  perspectiva de la Big History,  ofrece  un elemento importante para   la formación humanista de las nuevas generaciones. Las coloca  en   un escenario  similar al que los renacentistas aludían con  analogías microcosmos – macro cosmos o la  del Universo como un gran macroantropos,    en el que ”el hombre era  el alma del mundo y el mundo es el cuerpo el hombre”, pero con la urgencia de los tiempos actuales de cambiar radicalmente el estilo de vida de la humanidad entera para evitar el colapso ambiental. 

El diálogo entre las ciencias y las humanidades

En el trabajo de  Spier  “Cómo trabaja la Big History (Spier, 2005: 61)  encontramos un acercamiento  a la problemática de  entender la autorganización del Universo. Considera que los aportes  de Prigogine  permiten que  sin apelar a fuerzas no naturales  (que podríamos interpretar como factores  espirituales en las explicaciones) se pueda hablar de evolución en todos los niveles del Universo. Por mi parte yo consideraría que no es que se hayan eliminado elementos espirituales en las explicaciones científicas,  sino que hemos encontrado la manera  de representar  científicamente el aspecto creativo de la naturaleza, algo  que no deja de tener una connotación espiritual.  Lo mismo  diría a  quienes opinan que el vitalismo fue erradicado de la ciencia gracias a la racionalidad  no lineal[2].  Desde  mi punto de vista,  lo que hizo el pensamiento científico no lineal,   fue  ofrecer recursos para hacer  una  representación  no mecánica de los seres vivos,    compatible  con las intuiciones no reduccionistas vitalistas. Creo que vale reiterar  aquí,  que la Big History –   en contraste con el relato histórico tradicional –   no  separa la historia humana de la historia del Universo.   Lo podemos observar en el uso frecuente  de metáforas entre lo natural y lo  humano, como las que hacen  los geólogos cuando se refieren a los episodios orogénicos como revoluciones (Nava: 2003:19) o los antropólogos que consideraron a  los rasgos culturales en analogía con  las  distintas especies biológicas.

En  los terrenos de las ciencias sociales y las humanidades ha pasado algo similar.   Desde la perspectiva científica clásica (galileana),  cualquier faceta evolucionista – creativa en estas disciplinas, era acusada de involucrar aspectos metafísicos (como intencionalidad o teleología ) en sus planteamientos y por tanto no ser un interlocutor adecuado.  Pero desde la perspectiva de la  ciencia no lineal,  una racionalidad que no admite novedades es una racionalidad esencialmente reversible,  que contrasta con el pensamiento irreversible de varios    pensamientos filosóficos. Prigogine le explico diciendo que mientras en diversas  especulaciones  y expresiones de la cultura humanística no se sostenía “la equivalencia entre lo que se hace y lo que se deshace, entre una planta que brota, florece y muere, y una planta que resucita, rejuvenece y vuelve a su semilla primitiva, entre un hombre que madura y aprende y un hombre que poco a poco se hace más niño, luego embrión y célula” (Prigogine, 2008:25),  en la cultura científica clásica, aquella  que se pone en marcha con Galileo en el siglo XVII y que hoy se identifica con el triunfo de la ciencia,  tal equivalencia esta implícita,   sin tomar en cuenta que con ella  se esta asumiendo una imagen del Universo reversible y por lo tanto absolutamente determinista,  donde no existe el tiempo ni la posibilidad de novedades.  Por ello hasta antes de la física no lineal,  el dialogo de  las ciencias naturales o nomológicas con  las ciencias humanas o ideográficas y con  las humanidades estaba cancelado. La ciencia no podía admitir el Universo creativo, en el que el futuro  no necesariamente iba a ser proyección del pasado, algo que   si venían admitiendo      corrientes filosóficas como  el  pensamiento dialectico. Vale hacer notar que si esta corriente había sido criticada  de carecer de sustento empírico por los enfoques históricos y antropológicos positivistas, hoy  en cambio se  refuerza con  la física no lineal y  el paradigma de la complejidad (Gadotti, 2002:38). 

Otros  autores contemporáneos,   como Carlos Reynoso, han encontrado  en el pensamiento complejo un punto de negociación entre las tradiciones naturalistas  y  hermenéuticas   de  las ciencias sociales.  Quizás   esta negociación sea equivalente   a lo  que  Prigogine quiso decir con     la  “vía estrecha” (Prigogine, 1996:209) abrir una reducida  zona entre dos concepciones,  la  de la ciencia  basada en leyes  que  no dan lugar  a novedades y la de un  mundo   acausal.

En el campo de las ciencias sociales este se traduciría en lo que se ha llamado una explicación – comprensión (Samano, 2012) que   podría tomar un carácter evolutivo compatible con las narrativas evolucionistas  de la Big History, asumiendo  la intencionalidad de los actores o al devenir creativo de la sociedad y la cultura como las dos caras de una misma realidad.   

Conclusiones

Me he permitido hablar de la Big History como un tipo de  cultura científica y no como una nueva teoría desconocida por ustedes, pues   creo que el aporte  esencial que nos ofrece   es un  cambio de actitudes en la manera de escribir tanto la historia como la evolución del Universo y la Humanidad. En esa nueva actitud reconocemos la disposición a la cooperación  interdisciplinaria y al  re encuentro entre las ciencias y las humanidades. Esto se ha logrado   aprovechando los avances independientes de  la cosmología,  biología, sicología y antropología evolucionista (Hughes – Warrington, 2005: 8).

La UACM, universidad en la que yo trabajo,  ha definido su perfil educativo ante otras universidades de México,   como propiciador de actitudes  criticas, humanísticas y científicas entre sus estudiantes y egresados.  Lo intentamos   realizar a través de tres cursos básicos que llevan por nombre “Cultura científica – humanística”.   Conforman una suerte de tronco común para casi todas las licenciaturas que se ofrecen. Sin embargo la contradicción entre la ciencia clásica determinista y las aspiraciones humanísticas de libertad y democracia que ha heredado la formación universitaria moderna,  no podríamos haberla  sorteado  en aras de darle cause a nuestros ideales educativos,  si no fuera por las nuevas visiones que nos entrega el pensamiento no lineal en que se basan desarrollos como el de   la Big History. 

Por otro lado como integrante y fundador de un Centro de Estudios Humanistas me he interesado en analizar las interpretaciones que se hacen en la actualidad de lo que es y debería ser  un nuevo humanismo. Hablar de este   tema  trasciende lo  que me ha puesto hoy ante ustedes. Sin embargo quisiera decir  que  algo que caracteriza al   Nuevo Humanismo y que inspira a los Centros de Estudios Humanistas,  es su postura frente al antropocentrismo. Silo –  sobrenombre literario – de Mario Rodríguez,  en su Diccionario del Nuevo Humanismo establece que el  Nuevo Humanismo o  humanismo Universalista  mira   a la naturaleza “no como un medio pasivo sino como fuerza actuante en interacción con el fenómeno humano” (Silo, 2002:461).  En cambio  el humanismo antropocéntrico la considera    un medio pasivo “sobre el cual se debe ejercer un poder irrestricto”.

Es claro que  la  visión del Nuevo Humanismo sobre la naturaleza es más compatible con la Big History que la del Humanismo antropocéntrico, entre otras cosas porque  no se podría entender como emerge o se inserta la historia humana en un medio natural concebido como pasivo.

Por otro lado  Silo afirma  también en el diccionario del Nuevo Humanismo,  que desde la perspectiva del Nuevo Humanismo “el impulso por las mejoras individuales y sociales debe tener en cuenta el impacto humano sobre la naturaleza” para “imponer limitaciones no solamente morales, sino que debe reflejarse en el sistema  legal y la planificación ecológica”  (Silo, 2002:461). Esto es consistente con la visión de   la humanidad  concebida en su totalidad como una estructura disipativa- en busca de  su estado de “mínima disipación” (Adams, 2005:87) que comentamos líneas atrás y  que algunos autores de la Big History probablemente compartirían.


[1]  Un ejemplo de sensibilidad a las condiciones iniciales en lo que se ha llamado el “decalaje de Bernoulli” (Prigogine, 1996: 98).

[2] http://www.fgbueno.es/bas/pdf/bas11002.pdf


Bibliografía

Adams, R. El octavo día.2001.

Herskovits, M. El hombre y sus obras. 1948 (1995).

_________Ensayos sobre evolución y etnicidad en Guatemala.2005.

Prigogine. Iylia. Las leyes del caos. 2008.

————— El fin de las certidumbres.1996

Marnie Hughes – Warrington, 2005, Big History.

Popper, Karl. La lógica de la investigación científica. 1999.

Reynoso, Carlos. Complejidad y caos, una exploración antropológica.2006.

Spier. How Big Hitory Works. Social Evolution and History. 2005. 

Silo. Diccionario del Nuevo Humanismo. Obras completas. 2002.

White, Leslie. La ciencia de la cultura. 1969.


Participación del Dr. David Sámano Chávez en el:

Taller Internacional de Pensamiento Humanista y Revolución Socialista, celebrado en la UNEAC de Santa Clara. 09.11.2017.


David Sámano se desempeña como profesor  – investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la  Ciudad de México (UACM) e investiga temas vinculados a  la  epistemología, filosofía de la ciencia y  antropología de la ciencia.


Artículo del libro Interpretando al Nuevo Humanismo. Etnología, Epistemología y Espiritualidad. https://edicionesleonalado.net/es/producto/interpretando-al-nuevo-humanismo/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.