La tendencia a la complejidad creciente [I]

Néstor Tato.-

La organización del Universo

La ciencia enseña que el Universo se manifiesta a través de sistemas: galaxias, sistemas solares, subsistemas de planetas con sus satélites. También enseña que la materia misma está organizada, de acuerdo con las investigaciones sobre sus estructuras mínimas (moléculas, átomos, quarks, etc.)

El Universo está estructurado desde su origen por una tendencia a la organización. En su máximo exponente de manifestación y en su mínimo nivel de composición, la materia configura sistemas, complejos de elementos interactuantes[1].

Esa tendencia general a la complejidad creciente no se da de modo lineal. Se trata de una estructura de procesos concomitantes que interactúan constantemente pero se pueden visualizar como un bucle de co-producción mutua: en el desorden inicial se producen las interacciones que establecen los vínculos que constituyen la nueva organización que instaura un orden que luego se degrada, para volver al desorden. En su seno volverán a darse las interacciones que llevan a establecer vínculos que tienden a permanecer dando lugar a la organización y así siguiendo. En esta secuencia aparente los procesos concomitan permanentemente y cada uno de los términos cobra sentido en su relación con los otros. Lo que podemos verificar siempre es el curso de las interacciones que, según la perspectiva y el nivel que consideremos, serán generadoras de desorden o de orden/organización. Por visualizarlo de algún modo, cuando se está produciendo la desorganización ya están en desarrollo las interacciones del nuevo proceso de organización gestando las líneas directrices del nuevo orden, y cuando éste se instaura, antes de su apogeo, ya se disparan las tendencias disgregadoras que finalmente primarán como tendencia desorganizadora antes de producirse otra vez la organización [2].

La magnitud del fenómeno del Universo hace que sean inaccesibles las circunstancias que lo originaron. Más fácil de concebir resulta el momento en que surgió la Vida.[3]

En nuestro planeta, en un momento dado, sucedió un fenómeno que generó un nuevo tipo de materia que siguió evolucionando y generando seres cada vez más perfectos en su organización interna, que ganaban independencia respecto del medio ambiente, desarrollando una mayor organización entre sí.

Los modelos formulados indican que el planeta parece haber estado en una suerte de ebullición, con una atmósfera compuesta por gases y el agua de los mares a temperaturas superiores a las conocidas Su superficie se saturó de moléculas orgánicas que, con la presencia de un elemento catalizador como las altas temperaturas y las descargas eléctricas, pueden haber provocado la síntesis que dió origen a las moléculas vivas.

Esas condiciones no se volvieron a dar. El planeta siguió enfriándose[4] mientras la vida continuaba sobre su superficie con el impulso inicial del Big-bang, en un Universo que se equilibraba, desarrollando una mecanicidad regular. A partir de esa suerte de “caldo” originario, por reacciones y combinaciones que no se conocen, surgieron los seres unicelulares que poblaron el planeta durante miles de millones de años, hasta que en el período Cámbrico (hace unos 500 millones de años), se produjo una explosión de formas multicelulares que son los ancestros de todo lo que anda por la superficie terrestre. [5] Si observamos la sucesión de formas que fue generando la Vida, parecería que cada una fue un ensayo o paso previo para las siguientes. Los diseños de la materia viva se sucedieron superándose unos a otros en organicidad, tanto internamente como en su relación con el medio, hasta que en un momento dado se produjo una “explosión “ en las variedades de formas que dio origen a la diversidad que hoy podemos observar.

Desde el principio observamos en la Vida una tendencia hacia una mayor y mejor estructuraciónde las formas vivientes. Se da una progresiva diferenciación de órganos internos: los organismos son cada vez más complejos. Tienen una mayor autonomía individual y, a la vez, una mejor adaptación al medio.

Las formas vivientes se desarrollaron en toda la superficie terrestre, de modo que se puede afirmar que el planeta es una comunidad biológica, en la que todos sus miembros se encuentran en una íntima dependencia recíproca, evidenciada en la cadena alimentaria, también llamada cadena trófica. Este concepto biológico define la relación de nutrición que existe entre las especies vivientes, partiendo de la energía solar: ésta nutre a los vegetales, éstos a los animales y éstos, a su vez, a los humanos. La posición relativa que cada especie ocupa en la cadena se determinan por la distancia que existe respecto de la energía solar. Las plantas ocuparían el primer nivel por su utilización directa; en el segundo, los animales herbívoros, luego los que se alimentan de éstos y así siguiendo.[6]

En su relación con el medio los individuos aparecen como agentes: con su acción provocan una transformación de su medio inmediato. Además, en los individuos mismos se dan cambios que no dependen de ellos. Son las mutaciones internas que van llevando a la especie a transformarse. El individuo es agente de cambios en duración de su vida individual pero, a su vez, objeto de cambios que se producen en él a lo largo del devenir evolutivo de su especie.

También, cada especie y todas las especies son instrumentos de transformación que lenta y progresivamente van produciendo cambios en el medio ambiente con su presencia –aunque más no fuera, abonando el suelo con sus restos-, siempre en estrecha dependencia con él.

Podemos definir una tendencia en el proceso de la Vida: la dirección hacia una complejidad creciente[7]. Se va organizando cada vez más y mejor. Esa tendencia organizadora evidencia un orden que parece estar contenido ya en el origen como en potencia, y luego se plasma en el devenir del proceso[8].

Al llegar a la escala de los animales superiores se va a producir un salto decisivo en la Evolución: la tendencia organizadora se va a “encarnar”.


[1] Ludwig von Bertalanffy, Teoría General de los Sistemas, p. 56, F.C.E. Ver también su La concepción biológica del Cosmos, Ediciones Universitarias de Chile.

[2] Puede leerse una exposición detallada en La Méthode. 1. La nature de la nature, primera parte, Edgar Morin, Ed. Du Seuil. Hay traducción castellana: El Método. 1. La naturaleza de la naturaleza, FCE.

[3] El hecho de que aún pervivan la mayoría de los elementos  que estuvieron presentes en el “caldo” originario, permite intentar la recomposición experimental en los laboratorios. Sobre el punto: George Wald, Teorías sobre el origen de la vida en La nueva biología,, Ed. Hobbs-Sudamericana, y G. Chead, La receta completa del primer caldo en Panorama de la biología contemporánea, Ed. Alianza-Universidad.

[4] Las montañas nos dan una muestra cabal de que alguna vez esas moles hoy estáticas (en apariencia), estuvieron en movimiento. Frente a las faldas cortadas que desnudan los pliegues, si imaginamos la luminosidad de un día muy nublado (entonces por gases densos) y tratamos de “ver” alzarse las capas superpuestas de lo que entonces era limo, podremos tener una vivencia remotamente aproximada de la maleabilidad de esa inmensa masa de materia hoy inerte, y de aquel mundo tan extraño al nuestro. Para una síntesis de los procesos de la corteza terrestre, ver Under our Skin, Revista de la National Geographic Society, enero 1996, p. 100.

[5] (Revista Time, 4/12/95).

[6] Bernard Campbell, La ecología humana, Biblioteca Científica Salvat, p. 19.

[7] La formulación de esta tendencia la hizo P. Teilhard de Chardin, como Ley de Complejidad-Consciencia. El Fenómeno Humano, Ed. Taurus., pp. 77/78, parte I, cap. 2, 5 C).

[8] Una evidencia de ello es la velocidad constante de expansión del Universo: si hubiera sido más rápida, la materia originaria se habría disgregado; más lenta, habría colapsado volviendo sobre sí. Cfr. Stephen Hawking, La Historia del Tiempo, También el caldero originario de la Vida supo contener los elementos necesarios para su surgimiento, y luego, los cambios ambientales favorecieron el desarrollo de sus formas.


Néstor Tato
Agradeceré cualquier comentario a ntatom@gmail.com. Abogado, mediador, investigador del Centro de Estudios Humanistas de Buenos Aires «Mayte de Galarreta».


IHPS en Telegram: @IHPSnuevosparadigmas

Comentarios 1

  • Mira vos, te has dado una atragantada de teorías para llegar a «La tendencia a la complejidad creciente» agrégale «amorosa» …gracias por el trabajito que hiciste.

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