Silo
Estamos acostumbrados a pensar el tiempo “en las cosas”. Ahora vamos a intentar pensarlo independientemente de las cosas, recordando que si nuestro pensamiento se mantiene en los límites habituales, no podrá abocarse a la comprensión global.
El Universo es un corto chispazo entre el “antes” y el “después”. Antes del Universo existía el Tiempo, siempre limitado y distinto. Jamás existió el tiempo eterno, por eso es que el tiempo que ha pasado ha de volverse a repetir.
El tiempo es como una moneda, que luego de ser arrojada en cientos de casos, repite sus dos caras el mismo número de veces. A este tiempo limitado y siempre cambiante respecto a su momento anterior le asignamos “curvatura”.
Decimos que el tiempo es “curvo”, porque en su continua diferenciación y por su límite de posibilidades, vuelve a repetirse.
Aparentemente, la curvatura corresponde a lo físico. Para nosotros, todo lo curvo es tal, porque depende del tiempo.
Así, no existe ni la línea recta, ni espacio recto aunque nuestra limitada perspectiva no lo afirme.
Tomado el tiempo en su trayecto posible, experimentamos de él su diferenciación instante tras instante; su imposibilidad de manifestarse fuera del pasado, el presente y el futuro o complementación de los tres instantes y su vuelta a instantes anteriores o síntesis.
De este modo, el tiempo se diferencia, se complementa y sintetiza en sí mismo y de esta suerte también, pasado, presente y futuro, son relativos a cada momento. Desde otro punto de vista, el pasado es futuro, el presente es pasado, etc.
A este tiempo puro, le llamaremos también azar y dentro de las posibilidades del azar, descubrimos el origen del Universo.
Así, en el seno del tiempo surgió de pronto un punto. Este punto se expande en el espacio curvo, para volver a desaparecer en el azar, hasta un nuevo momento en que el Universo sea posible y surja en otro ciclo.
Todo en el Universo es Tiempo y se expresa diferenciadamente, complementariamente o sintéticamente. A estos tres instantes del tiempo o caídas del tiempo o éxtasis del tiempo, los formalizamos como destrucción, creación y conservación.
En un instante de la diferenciación del tiempo surgió un punto, energía. Esta energía irradia desde su centro curvándose e influyéndose (complementación). Las variaciones de energía son distintas a medida que transcurren, de modo que concentrándose se transforman en materia, se transforma en energía (destrucción de la síntesis y nueva diferenciación).
Desde la primera diferenciación del tiempo, pasando por la irradiación y complementación de la energía, hasta la síntesis de la materia y de ahí a la lenta elaboración de los elementos como nueva síntesis de creación, nace y se desarrolla el Universo.
Todo fenómeno es función del tiempo y cada fenómeno a su vez, posee su propio tiempo, su transformación más lenta y veloz según sea el sistema al cual pertenece. Así, el tiempo de la conciencia humana no es igual al tiempo de un mecanismo de relojería, y aún en la conciencia, el pasado, el presente y el futuro son distintos aunque dentro del mismo sistema.
Un sistema cualquiera, no es sino una síntesis temporal dentro de la cual se establecen diferenciaciones, complementaciones y pequeñas síntesis que son precisamente, las que permiten su movilidad interna.
En el interior de una célula hay movimiento, pero él es relativo a la célula hasta el momento en que la diferenciación interna y por variaciones de energía, rompe la estructura. El sistema de la célula ha comenzado aparentemente a romperse por diferenciación interna, cuando en realidad, esta diferenciación se ha operado en un interior merced a las variaciones internas a las que está sometida dicha célula, porque sucede que el pequeño sistema está siempre sometido a un sistema mayor. Vale decir, que la destrucción interna comienza a operarse por influencia exterior. En este sentido, lo exterior y lo interior no son tan distintos como a primera vista parece. Lo interior y lo exterior, lo alto y lo bajo, lo bello y lo feo, lo masculino y lo femenino, etc. no se oponen ni se distancian entre sí, sino que se buscan y complementan si se los ve dentro de un sistema mayor. Son las funciones de un sistema que es necesario aprender a descubrir.
Cuando un globo lleno de hidrógeno asciende a grandes alturas, estalla. Y sucede así, porque varía la tensión exterior al disminuir la presión atmosférica.
Es el movimiento de los elementos de un sistema, relativo al sistema que lo incluye, igual que el movimiento de los pasajeros en un tren que se desplaza.
En el Universo, ningún fenómeno posee movilidad aislada sino estructural. Hasta el más diminuto corpúsculo se mueve en relación estructural. Está en contacto con todo el universo porque él mismo está en función del Tiempo, que es el Sistema Mayor.
En el interior de este sistema solar hay variaciones, y estas existen gracias a otros sistemas.
Hay que entender toda variación en relación, en estructura. Del mismo modo, la interpretación de la conciencia humana o de cualquier fenómeno histórico, no podrá hacerse sino mediante comprensión de estructura.