Una  nueva cultura espiritual

Monolith of Ponce in Tiwanaku, Bolivia.Tiwanaku is a Pre-Columbian archaeological site in western Bolivia, South America.

David Sámano

El libro  que hoy presentamos se titula: “El mensaje de Silo”, consta de tres partes: El Libro,  La Experiencia y El Camino. Su autor –  Silo – lo dió  a conocer por primera vez en julio de 2002.  En estos tres elementos podemos reconcoer     aspectos de lo que podría ser una nueva cultura espiritual. Al final de mi exposición   daré mis razones para sostener esto, primero  quiero  ofrecer una  descripción general de esta obra.

El  Libro, es una parte que ya se había publicado antes, se le considera un texto abierto a la libre interpretación. Está  dividido en 20 capítulos, y cada uno de ellos en fragmentos que en su cojunto constituyen una secuencia de meditaciones, que van  del sinsentido de la vida, hacia el sentido. Este proceso de conversión, se  inicia con un escepticismo, respecto al sentido, que pudieran tener muchas de nuestras acciones en la vida ante el hecho de la muerte. Silo,  lo expresa claramente  con la frase: “no hay sentido en la vida si todo termina con la muerte”, reconociendo que nuestra manera de pensar la existencia  es variable.  Pero este escepticismo, se supera  con una experiencia que marca un antes y un después en   todo el escrito.  A esta experiencia se refiere el autor como: La presencia  de la fuerza, con  ella,  la creencia  de que todo termina con la muerte, y el sin sentido que esta lleva implícito, se desvanecen. Una vez que se toma contacto con esa  energía,  nuestro autor tiene la convicción de que la vida tiene un sentido, y que por lo tanto,  ya no es indiferente lo que hagamos con ella, hay “leyes de vida, de evolución”. Dichas leyes, se plasman en principios que se proponen como sugerencias   para seguir un camino  de liberación interior.

La segunda parte, La experiencia, está integrada  por un conjunto de ceremonias “capaces de producir inspiración  y cambios positivos en la vida diaria”.

Finalmente, el Camino, es un conjunto de reflexiones y sugerencias sobre la vida personal, interpersonal y social.

¿Por qué en toda esta obra hemos encontrado una nueva cultura espiritual?

Generalmente cuando  se habla de espiritualidad, se piensa en términos  de religión, aunque esto no tiene necesariamente que ser así. Sabemos que infinidad de veces, los hombres de ciencia experimentan un tipo de  espiritualidad ante  la naturaleza, por ejemplo. En gran cantidad de luchadores sociales podemos reconocer una mística,  el artista desde luego que también tiene su espiritualidad, y en las expresiones culturales de todos los pueblos, y cada una de las personas, encontramos gran diversificación en este campo. Con esta reflexión tan elemental, quiero de alguna manera, resaltar dos cosas: primero, que  la multiculturalidad del  mundo contemporáneo, se expresa también en las  maneras de vivir lo espiritual, y segundo, que la obra que hoy comentamos se abre –  quizás sin proponérselo -,  a esa multiculturalidad.

Por ejemplo, cuando en el inicio del libro leemos: “aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza a la humanidad y al espíritu”,   intuimos  la  flexibilidad y apertura que los nuevos tiempos demandan,  si queremos   explorar  nuevos horizontes  espirituales -.   Sobre todo si nos interesa hacerlo no solo a partir de las vivencias  que se asocian a alguna religión dominante – .  Esto se puede apreciar también  en la manera en que  en uno de los capítulos titulado “Evidencias del sentido” se  rescatan experiencias, que todos algunas vez hemos tenido,    como la sensación de una comprensión total, o sentirnos invadidos por una alegría inmensa. Se trata de vivencias o   intuiciones que inesperadamente llegan,  pero  que los cánones de la  cultura religiosa tradicional,  generalmente prefieren  considerar como   irracionales, degenerados, alucinados    o maléficos. En cambio en esta obra, se les  ordena  bajo un interes  universal:  “aquí se cuenta como al sin sentido de la vida se le convierte en sentido y plenitud”. Así, el autor,  de manera sorprendentemente  sencilla y clara,  pero a la vez profunda,   retoma  y actualiza un  tema que atañe a hombres y mujeres de todas las latitudes geográficas y culturales.  

Esta nueva cultura espiritual, se puede apreciar también desde la siguiente  consideración.   Varios estudiosos de  las  religiones,  han observado, que  estas  influyen en la vida espiritual de la humanidad, separando  lo profano de lo sagrado, con todas las consecuencias que esto pudiera tener. Por ejemplo, con el advenimiento de la modernidad, hemos confinado el espíritu al intelecto,  dejando a  la naturaleza convertida en materia inerte, utilizable por la industria.  Separamos nuestra  vida cotidiana de los planos  trascendentales de manera tajante. En  este libro,  encontramos  frases que invitan a superar tal dicotomía: “aquí no se opone lo terreno a lo eterno”, afirma en sus primeras líneas. ¿Cuántos de nosotros, agobiados por el peso de los modelos espirituales de la tradición occidental,  no hemos sufrido por la falsa disyuntiva entre lo profano y lo sagrado? Antes de continuar, quiero detenerme brevemente en esto, con un ejemplo de tipo histórico, para  recalcar que dicho malestar, proviene sobre todo de la tradición occidental: si el cristianismo, a través de sus  misioneros portugueses,  que llegaron a la India, hubiera aprendido  del  pueblo hindú,  sobre la no oposición de la sexualidad a lo sagrado, nos habría evitado mucha neurosis.  

Volviendo al tema, en la parte titulada: el Camino, encontramos esta trasgresión de la frontera entre lo profano y lo sagrado, expresada desde  otro tipo de vivencias.  En esta parte del libro, las sugerencias son elemento fundamental,  como la que propone: “no imagines que estas atado a este tiempo y a este espacio”.  Se nos invita a redimensionar el vivir diario en el contexto de horizontes  más amplios; diría yo, a sentir en el presente la eternidad. En este sentido, si interpretamos que lo terreno tiene que ver con lo profano, y lo eterno  con lo sagrado,  vemos que, la no oposición de ambos,  no solo nos libera de una disyuntiva sufriente, también derriba el muro milenario que ha separado el mundo de los cuerpos; las cosas; la materia;  la naturaleza, del mundo  de las ideas,   de   la racionalidad, en la que finalmente, se instaló el ser humano de la modernidad. Desde este puesto de control, es verdad que conquistamos muchas ventajas materiales,   pero  nos ha confinado a la soledad, a sentirnos  solos en medio de la humanidad, a sentirla separada y sola con respecto a la vida, y finalmente, a considerar a la vida en nuestro planeta,  sola  en la inmensidad del universo.

Ante este tipo de vivencias, cada vez más generalizadas e interiorizadas en los  individuos de un modo u otro,  Silo, ofrece una reconfortante sugerencia en el Camino: “no imagines que estas solo en tu ciudad, en tu pueblo o en los infinitos mundos”. En esta y otras frases, encontramos claves  para enfrentar la crisis del hombre contemporáneo,  pero estas –  insisto -,  finalmente nos llevan a vivir y ordenar nuestro mundo interior, desde un enfoque, que nos hace ver en lo ya conocido, algo  nuevo y diferente,  que nos renueva.  

Por otro lado,  en la manera en que se aborda el tema de la muerte,  encuentro  también, la oportunidad de señalar diferencias con lo generalmente establecido. Se trata de un enfoque  fuera del contexto del  paliativo o la  compensación del temor a morir.  Recordemos que, distintos pensadores, han atribuido a las preocupaciones espirituales de  culturas y civilizaciones  un buen porcentaje, – si se me permite la expresión -, de  compensación de sus temores y carencias. En cambio, en el contexto en que estamos reflexionando este asunto, es netamente existencial: “no hay sentido en la vida si todo termina con la muerte”, nos dice nuestro autor. Es un tratamiento fundante, el punto de apoyo, a partir del cual  toda vida humana se construye, o no; es una reflexión, que no parte de la mera reacción a un temor.

En el tipo de práctica que ha inspirado esta obra,  encuentro una nueva espiritualidad. Los estudios, sobre las búsquedas espirituales, posteriores a la modernidad, en algún momento, han resaltado una tendencia secularizante, que conlleva a una práctica, más bien privada, y que además, se ha vuelto aparentemente indiferente al  conflicto  social. Quizás, porque ante la crisis que se vive actualmente,  la figura del ironista liberal se impone. El ironista liberal, es esa persona descrita por Rorty (filósofo posmoderno),  que impregnada de historicidad y liberada de la teología,  la metafísica y  la idea de naturaleza humana,   predomina en ella, el deseo de creación de sí misma, de su autonomía privada,  y que si bien, de alguna manera, mantiene el deseo de justicia y desarrollo para otros,  reconoce  la contingencia de sus aspiraciones y finalmente, se recluye a su privacidad. Podríamos pensar, que ese “ironista liberal”, es el fracasado del que nos habla Silo, y a quien principalmente dirige su mensaje.  Sin embargo, creo que hay una diferencia, ese fracasado descrito por Silo, también como el ironista, siente que no tiene fundamento para darle sentido a su vida, pues finalmente todo termina con la muerte, empero, está dispuesto a llevar  a cabo  acciones  solidarias. Esto se aprecia claramente, no solo en los que participan en los grupos  de estudio de estos textos,  sino en el texto mismo que hoy presentamos;  permítaseme, para ilustrar lo mencionado, leer una cita del capítulo IV,   titulada: la Dependencia:

“Si alguien me dice que aquel que no come muere, le responderé que así es, en efecto y que está obligado a comer aguijoneado por sus necesidades, pero no agregaré a esto que su lucha por comer justifica su existencia. Tampoco diré que ello sea malo. Diré con sencillez, que se trata de un hecho individual o colectivamente necesario para la subsistencia, pero sin sentido en el momento   que se pierde la última batalla”. Hasta aquí, parecería que estamos ante el ironista, sin embargo, más adelante leemos: “Diré, además, que me solidarizo  con la lucha del pobre y del explotado y del perseguido. Diré que me siento realizado con tal identificación, pero comprenderé que nada justifico”. Este compromiso, con los que sufren la vejación de otros, este revelarse a la crueldad, con toda forma de vida y esta disposición, para obrar en consecuencia, hace la diferencia.  

Al final del libro,  encuentro un capítulo, que muestra la nueva espiritualidad desde un ángulo poco común. Se titula: La realidad interior. En la cultura materialista que vivimos, no se ha perdido la espiritualidad, más bien, se le ha tratado como si esta, fuera un objeto material, que se puede vender y comprar. Se ha olvidado que existen otro tipo de realidades, como la del mundo mental, que no por ser mental  es menos real.

Todo el escenario, en el que se desenvuelve el argumento principal de este libro, pertenece a ese mundo mental descrito con alegorías, precisamente, porque como dijo Silo alguna vez: “la realidad habla por boca del poeta”. Este reconocimiento de que lo mental, debe ser tratado de manera distinta  a lo material, sin perder por ello su estatus de realidad e influencia sobre nuestras vidas,  es en mi opinión,  el atributo principal, de esta nueva cultura espiritual, que he encontrado en el pensamiento de Silo. ¿Cuantos problemas que hoy nos parecen insalvables en el mundo,  se resolverían si nuestros tratos con las realidades mentales  fueran los adecuados? ¿Cuantas disneylandias no necesitaríamos construir, para sentir que la vida tiene magia y misterio? ¿Cuántos esfuerzos por alcanzar reconocimiento social, dinero o prestigio, nos resultarían vanos y absurdos? Personalmente, este libro, me ha hecho intuir la posibilidad de una nueva actitud ante la vida, una actitud des posesiva, que va de dentro hacia fuera,  buscando  el sentido.  Y  que ya no encaja con la cultura  dominante de la época. En fin, en todo esto que he dicho,  y en ustedes que aquí, amablemente se han dado un tiempo para escucharme, encuentro la presencia de la nueva cultura espiritual que  compartimos.  Gracias.


Presentación de David Sámano del libro  “El Mensaje de Silo”, en  enoctubre del 2008.


Etnólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y doctor en filosofía de la ciencia por la UNAM. Trabajó en el norte de México compenetrándose etnográfica y documentalmente en la cultura de la etnia O´oba (pimas), lo que le permitió colaborar en publicaciones del INAH y del Gobierno del Estado de Sonora.

Actualmente realiza investigaciones filosóficas sobre temas que vinculan epistemología, antropología y humanismo.


Artículo del libro Interpretando al Nuevo Humanismo. Etnología, Epistemología y Espiritualidad. https://edicionesleonalado.net/es/producto/interpretando-al-nuevo-humanismo/

Comentarios 1

  • Estimado Señor
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    Daniel craig

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