Racionalismo y ciencia

Silo

En pleno Tradicionalismo, comienza a orientarse la conciencia de los hombres hacia la razón. Las generaciones, acumulando experiencias históricas del pasado, van modificando insensiblemente la perspectiva. La realidad igualmente se ha ido transformando.

Las diversas comunidades de relacionan cada vez más. Sin duda, los elementos externos al introducirse en cada sistema aceleran el proceso de diferenciación.

Los viajes, los nuevos conocimientos, el tipo de producción: en fin, el intercambio humano, marcan el comienzo de la edad complementaria, incursionadora, relacionante, futurizadora. Marcan el nacimiento de la edad de la razón.

En este lapso la razón se organiza, se expande y se detiene en sus distintas épocas. Y cada época tiene distintos ritmos que conocemos como «momentos».

El mundo no debe ser ya purificado como en el Tradicionalismo, sino organizado según nuevos moldes. Es un intento gigantesco que emprenden y van realizando las generaciones.

En esta edad empieza a clarear el nuevo ideario de la libre complementación entre individuos y pueblos.

Si en la primera época del Racionalismo, el afán organizativo se expresa en las «individualidades fuertes» de una generación, en la segunda época la expansión de estos anhelos se manifiestan en las clases sociales, que se van dibujando con claridad a medida que las generaciones se suceden. La tercera época, de detenimiento, se expresa en la conservación de las clases. En la situación de poderío a que han sido llevadas por las «generaciones revolucionarias».

Las generaciones críticas modifican las tres épocas del racionalismo mediante la revolución en todos los campos. La conciencia racionalista se expresa de igual modo que la ciencia, el arte y la economía en ese lapso. Pero lo característico es la interpretación científica del mundo y la racionalización de los intercambios humanos. En esta edad, no falta tampoco cierta religiosidad y cierto espíritu mágico pero ambos, para poder existir, deben pedir prestado a la ciencia el aparato sistemático de principios y leyes.

Si conservamos la mentalidad dualista, veremos en el Tradicionalismo la ignorancia y la religiosidad absurda. Con esa óptica, el racionalismo ha de parecernos frío, calculador y casi inhumano.

Si, en cambio, somos consecuentes con la visión global, comprenderemos al santo y al caballero como expresiones máximas de heroísmo de su tiempo. A su vez, el científico y el comunista son los verdaderos héroes de la edad de la razón.

Luchadores de la fe o de la ciencia, guerreros en tierra desconocida o en ciudades de oprobio, a distintos niveles de la espiral del tiempo, esos mártires vivieron y murieron buscando la liberación del hombre. Los héroes de la edad siguiente serán ya el mago y el militar.

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