Ética y conciencia

Michelangelo no MIS Experience – Foto: Rovena Rosa/Agência Brasil

Por Nestor Tato.-

Ubicación de la Ética

En ese mundo ideal podemos ubicar la Ética. Se ubica dentro de una región conceptual y, por tanto, abstracta. Por sí misma no opera modificaciones conductuales, como sucede con toda idea o concepto. Pero sus ideas tienen una función regulativa de la conducta.

Desde este punto de vista, la Ética se presenta como un conjunto de normas que sirven para el ordenamiento de las conductas individuales. Dada la variedad de sociedades que presenta lo humano, con sus respectivas y distintas visiones del mundo, hay distintas concepciones éticas que se fundan en ellas. Esa variedad que muchas veces resulta contradictoria, dificultaría nuestra indagación si nos ocupáramos de esos conjuntos normativos. La variedad de éticas ratifica la universalidad del fenómeno. Su presencia en la generalidad de las sociedades tanto en la profundidad histórica como en la extensión geográfica confirma lo dicho.

Por eso, no será nuestro tema la Ética sino lo ético, que sin discusión pertenece al campo de la existencia. Esto descarta cualquier relación con lo material.

Desde otro punto de vista, lo ético es lo contrario de lo mecánico, solo puede darse mediante la elección. Pertenece al reino de la libertad.

Paradojalmente parece limitarla. Sin embargo, es el ámbito de reflexión que tendría que presidir el ejercicio de la libertad.

Esa reflexión, como toda reflexión, es una actividad de la conciencia.

Foto oficial de Wang Yu Ching / Gabinete do Presidente

Ubicación de la conciencia

Podemos hablar de “la” conciencia pero para hacerlo con fundamento tendremos que hacerlo después de la observación de su funcionamiento. Como la única conciencia que podemos observar directamente es la propia, al ir describiendo iremos convirtiendo nuestro “ser sujeto” en formulaciones descriptivas que irán construyendo un perfil de objeto. Esto es, la representación de una conciencia abstracta, objetivada.

Esta conciencia abstracta podría tener una ubicación en alguna de las distintas regiones en que podemos distribuir los componentes de la realidad. Pero es justamente esa autoevidencia que caracteriza a la conciencia en su darse como objeto-sujeto, lo que ofrece resistencia para emplazarla conceptualmente en alguna de las regiones mencionadas.

Por sobre todo, la conciencia es sujeto, principio activo, y no solo de conocimiento, sino de percepción y acción. La conciencia “se agita aquí” en todo sentido y en toda circunstancia. Si al querer apresarla nos encontramos con que solo fugazmente se presenta a nuestra mirada, porque ella misma es mirada, ese intento de captación directa nos remite siempre del allí en que queremos apresarla como si fuera un objeto, a este aquí constante del mirar que le corresponde como sujeto. Y así como todos los “aquí” circunstanciales se desvanecen con sus diferencias para encontrar que “aquí” no es más que una referencia puesta por la conciencia para identificar su situación, tengo que de ese “aquí” genérico, matriz estructural, surge cada “aquí” particular, dando lugar, por medio del reconocimiento, a las diferencias propias de cada circunstancia.

Por tanto, la conciencia está en el origen de la realidad y de la concepción de sus regiones. Es la función generadora de la realidad.

Esto es con independencia del grado de percepción que tenga de ello. Es una instancia que, normalmente, escapa a mi posibilidad de concepción espontánea porque el mundo se me presenta como previo a mí [1], como ya hecho antes de mi llegada. Es un dato que constituye el saber de la actitud natural [2], propio del estar en el mundo. Desde él no se distingue entre conciencia y realidad. Tampoco distingo que mi conciencia no es la única conciencia.

En la realidad cotidiana, esa conciencia general que podemos objetivar teorizando, se concreta en una miríada de conciencias en funcionamiento: la conciencia se constituye en su relación con otras conciencias, y todas juntas, simultáneamente, constituyen la realidad.


[1] Ortega y Gasset, “Historia como sistema”, Ed. Austral, 7, 1: “Esto es lo único que encuentro y que me es dado: la circunstancia.”

[2] Husserl, Edmund, Ideas para una Fenomenología pura y una Psicología.


Néstor Tato
Agradeceré cualquier comentario a ntatom@gmail.com. Abogado, mediador, investigador del Centro de Estudios Humanistas de Buenos Aires «Mayte de Galarreta».


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