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Las etapas prereligiosas son confusas, podemos comparar en sus características al núcleo de ensueño de los individuos cuando se está transformando: Siente que busca otra cosa pero aún no ha muerto el sistema de intereses del que proviene. Las cosas importantes las considera pero ya no motivan. No se ha terminado la etapa anterior y la nueva no se reconoce aún. Es la etapa interna en la que se vienen abajo cosas. Las valoraciones cambian, las propias prioridades cambian.
Se buscan cosas que no se sabe qué son y además se sabe que las cosas de atrás no son.
En estos fenómenos prerreligiosos se tiene la experiencia de que la voluntad personal no es suficiente.
El ciudadano común frente a tanta inestabilidad y cambio encoge los hombros y dice: ¿Qué puedo hacer yo?
Se puede estar de acuerdo o no, pero la sensación es que nada se puede hacer.
Es una etapa post-revolucionaria, etapa a la que Ortega llamó brillantemente: «Etapa del alma desilusionada».»El ocaso de las revoluciones».
Es la etapa en que aquella fuerza de transformación, voluntad de cambio y de acción que terminaron produciendo resultados por el compromiso de las personas ha perdido sentido.
Y cuando el ciudadano común expresa: ¿Qué puedo hacer yo? El no comprende porqué lo dice, el no sabe que está asistiendo históricamente a los últimos momentos de la voluntad real de cambio.
Cuando grandes masas humanas sienten que hagan lo que hagan todo va a seguir igual (no porque sea así, sino que lo sienten así). Cuando grandes masas pierden la voluntad de acción y de cambio. Cuando se pierde la fe en sí mismo y la fe en los demás. Es porque claramente estamos entrando en una etapa donde han cambiado (son otras), las fuerzas que mueven todo y producen los cambios. Estas otras fuerzas son anónimas, cada vez más anónimas. Antes las fuerzas eran identificables, se sabía la institución, el partido político, el grupo político y se lo ubicaba en países y ciudades. Se veían cómo operaban estas fuerzas, cómo crecían, cómo se extendían, qué negocios montaban, cuántos diputados ponían. Estas fuerzas eran identificables.
Ahora son anónimas, universales, policéntricas, multinacionales, raciales, étnicas, culturales, lingüísticas. Son grandes fuerzas globales que coinciden con el momento de globalización del planeta.
Estas nuevas fuerzas surgen y se abren paso. Son difíciles de controlar e identificar.
¿Quién controlará estas fuerzas? ¿Los estados nacionales?. Entonces estas grandes fuerzas destruirán a los estados nacionales.
Por ejemplo: ¿Qué es el Fondo Monetario Internacional? ¿Qué son las multinacionales?, sino fuerzas poderosas con cientos de seudópodos adaptados a distintos medios.
Todas estas nuevas fuerzas son incontrolables por las estructuras de la etapa anterior.
Las estructuras de la etapa anterior son estructuras “como si ” , es decir: como si los gobiernos gobernaran, como si los políticos decidieran, como si los formadores de opinión influyeran. Las estructuras anteriores son en esta época la máscara vacía del gran «como si» en el que ya nadie cree.
Estas fuerzas por su magnitud y anonimato se separan de la percepción del ciudadano común. Son fuerzas raras, operan, actúan y tienen poder instrumental.
Esta es una etapa histórica confusa y trágica, es una etapa prerreligiosa En las épocas prerreligiosas la gente tiene registro de como se mueven las cosas.
Como el ciudadano común registra fácil la acción de esas fuerzas, puede también a nivel económico, social y político, también se puede hacer un traslado de percepción, de registro a otros campos.
Se supone que así como hay fuerzas invisibles que mueven la economía, la sociedad, lo político, también debe haber otras fuerzas mayores que nos controlan y que no las controlamos. Por lo tanto, se deberán usar procedimientos y ritos para conectar con esas fuerzas. Y por lo tanto, los que no conectan con esas fuerzas (dentro de esta enrarecida concepción) no se salvarán. Así que alucinatoriamente se empieza percibir en el campo personal un plato volador, a buscar palabras mágicas , surgen inquietudes como el buscar realizar ciertas operaciones instrumentales para ser telépata , como comprender las leyes numéricas que controlan situaciones ,como adelantarse a acontecimientos imprevisibles. Como consultar los grandes objetos sólidos , estáticos, milenarios que permanecen. Por ejemplo: las estrellas, las pirámides que han visto pasar pueblos y ejércitos. Cosas permanentes, que aguantan el paso del tiempo, que se resisten al cambio. Como utilizar las cosas que vivieron tanto tiempo, para calcular el destino humano.
En estos fenómenos mundiales de globalización surgen los grandes centros de succión humana: Esas ciudades en donde gentes de diversas condiciones culturales, etnias, lenguajes; llegan a centros de succión de masas urbanas.
De todos esos millones, algunos se ubican en otras periferias que siguen succionando y concentrando gentes de diferentes ubicaciones.
Surgen grandes ciudades, heterogéneas, mundiales, en donde hay barrios que son maquetas que van desde la regulación alimenticia, vestido, costumbres, códigos de relación y formas religiosas.
Estamos hablando de grandes ciudades mundiales heterogéneas desestructuradas, no de grandes ciudades mundiales homogéneas tipo Tokio y además estructuradas. Hablamos de grandes ciudades mundiales heterogéneas desestructuradas y absorbentes, de un crecimiento permanente. En estas grandes ciudades mundiales heterogéneas y desestructuradas se mezclan los códigos de las diferentes culturas y sociedades y surgen muchos cultos y fenómenos inspirados por esas corrientes migratorias, formándose en su interior complejas formas de relación que chocarán con los modos de vida y creencias de las estructuras anteriores.
Todas las estructuras anteriores retrocederán ante la proliferación de formas nuevas y cada una de estas formas nuevas en su medida lucharon para ganar un espacio.
En estas épocas prerreligiosas, cuando se forman o configuran códigos mezcla de cosas que no encajan, se puede pesquisar de donde viene (para descartar su novedad).
En la decadencia del Imperio Romano cuando se acentuó el vacío de contenido religioso, llegaban de todas partes, submezclados cualquier cosa: magos, astrólogos, curanderos,… y cada uno preocupado por ganar espacio frente a lo establecido, lo cual retrocede continuamente.
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LAS CARACTERÍSTICAS DE LAS ETAPAS RELIGIOSAS
En las épocas religiosas se pasa al encauzamiento de esas formas heterogéneas, hacia otras no tan particulares, no tan desestructuradas que forman parte de un sistema que se pretende más global.
Este hecho le da un carácter netamente religioso.
La globalidad del nuevo sistema produce la absorción de todas las partes incoherentes del sistema anterior. Por ejemplo: Los diosesitos de un sistema desestructurado se vuelven santos particulares de un sistema global mayor.
Estas formas globales en su proceso, conectan al individuo con el proceso social que está manejado por fuerzas globales.
La intención individual es que en el hombre promedio se está celebrando la misma batalla que en los cielos.
Malos y buenos, buenos y malos, ascensos, descensos y caídas.
En esta etapas las fuerzas religiosas impulsan la dinámica social. no son etapas revolucionarias, pero se está en presencia de fuerzas religiosas de carácter social, con interés no sólo religioso. Este fenómeno conecta el destino individual con la sociedad. Es la irrupción de fuerzas globalizantes. No es época de creencias establecidas. No es una época en donde se pueda decir: La vida política es política. La vida social es social. La cuestión personal es personal. No es época de diferenciación y no mezclas.
Lo desestructurado de otras épocas se integra. Lo personal, social, religioso, económico y político son parte de un mismo paquete, que va en una misma dirección.
Lo separado logra la unidad. Lo fragmentado, falto de relación, lo desestructurado y segmentado, etc., todo esto se integra en una misma globalidad.
Lo social, individual, económico, político y religioso toman una misma dirección.
Se integra todo lo desestructurado anterior. Los integrismos no admiten la separación ni la desestructuración que es parte de la etapa anterior prerreligiosa.
Lógicamente, desde el punto de vista de los trágicos, aparecen todas estas fuerzas como una vuelta al pasado. Esta afirmación está basada en un esquema evolutivo de la historia, que se supone sin justificación y que le da a la historia una dirección de progreso permanente e incesante y que tiene que ir en una dirección de desarrollo de la ciencia y de la razón, y si lo que ocurre no se ajusta a estos parámetros sociológicos, se afirme entonces que estas fuerzas son regresivas.
Estas fuerzas que abren una nueva era, sí tienen algo de primitivo y es porque abren un nuevo proceso, es decir, son lo primitivo del futuro, no son lo primitivo del pasado.
Las épocas religiosas son las etapas primitivas de una nueva era y de una nueva civilización. Y sucede entonces que por dentro de los individuos y más allá de la cosa externa, ritual y periférica, nuevamente se reconecta esa gran correntada en la que las individualidades comienzan a navegar nuevamente y empiezan a registrar la unidad que da esa nueva causa, esa empresa común.
Empieza a sentirse la fuerza de un nuevo espíritu.
Así un nuevo espíritu comienza a soplar; lógicamente desde etapas muy primitivas.
La situación actual es insólita porque por primera vez estamos asistiendo al surgimiento de una civilización universal global.
Estos son fenómenos globales y estos tienen epicentros. En estos epicentros se producen e irradian fenómenos.
En la situación de las grandes ciudades mundiales, desde ahí veremos la irradiación de fenómenos extraños que aunque vengan de otros puntos se catapultan ahí.
Así que un fenómeno religioso, lo irrelevante de su punto de origen es fuertemente amplificado en las ciudades mundiales heterogéneas desestructuradas.
Silo, 1993.
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